Los combustibles más limpios del transporte marítimo elevarán los precios de la gasolina a partir de 2020

04/09/2019 PUERTOS Y NAVIERAS

A partir del próximo mes de enero, decenas de miles de buques tendrán que cambiar a combustibles nuevos y menos contaminantes, una revolución que puede aumentar el coste del transporte marítimo, pero también los precios de los surtidores para los automóviles.

La Organización Marítima Internacional (OMI) decidió en 2016 que el contenido de azufre del fueloil debería reducirse del 3,5% al 0,5% a partir del 1 de enero de 2020. El objetivo es limitar las emisiones de dióxido de azufre altamente tóxicas producidas por la enorme flota de casi 80.000 buques que viajan por mar para transportar mercancías o materias primas.

El transporte marítimo está en el punto de mira: es responsable de unas 400.000 muertes prematuras y 14 millones de casos de asma infantil al año, según un artículo publicado en 2018 en la revista Nature.

En la práctica, los transportistas marítimos tendrán varias opciones. El primero es seguir utilizando el fueloil pesado actual, pero con la adición de purificadores de gases de escape. Sin embargo, este equipo es caro y algunos de ellos descargan el agua de lavado en el mar, lo que podría llevar a su eventual prohibición. Según Nelly Grassin, de Armateurs de France, existe incertidumbre sobre el futuro de la regulación.

La segunda posibilidad es cambiar a combustibles alternativos, en particular, al gas natural licuado (GNL). Pero esta opción sigue siendo marginal: no es adecuada para todas las líneas marítimas porque requiere una infraestructura de suministro específica. La opción más obvia es, por tanto, adoptar combustibles que cumplan con la nueva normativa: fueloil marino con un contenido muy bajo de azufre o gasóleo marino.

El transporte marítimo consume actualmente 3,6 millones de barriles de petróleo al día. De este total, se espera que unos 600.000 permanezcan en el fueloil pesado actual para los buques equipados con depuradores o que no cumplan inmediatamente con las regulaciones. Chris Midley, analista jefe de S&P Global Platts, asegura que esto deja alrededor de tres millones de barriles por día que tendrán que ajustarse al nuevo estándar de azufre al 0,5%.

Se trata, por lo tanto, de un gran trastorno para el mercado. La Agencia Internacional de la Energía (AIE) considera que se trata de la mayor transformación jamás vista en el mercado de los productos petrolíferos.

La primera consecuencia será un aumento del coste para los armadores, que pueden verse tentados a repercutir una parte del coste adicional a sus clientes, lo que, en última instancia, podría aumentar el precio de las mercancías transportadas. Porque los combustibles que cumplen con las normas, que son más sofisticados y refinados, son el doble de caros, pero podemos esperar un aumento adicional con el aumento de la demanda.

Para las compañías petroleras, es una ganancia inesperada, al menos a corto plazo, porque sus márgenes de refinación aumentarán. Pero también tendrán que deshacerse de su fueloil pesado, el resto del cual se utilizará, por ejemplo, en centrales eléctricas. El aumento de la demanda de productos petrolíferos más sofisticados también afectará a otros combustibles, como los de los automóviles y la aviación, cuyos precios probablemente aumentarán.

De hecho, las refinerías que funcionarán a plena capacidad para producir diésel marino también tendrán sed de petróleo crudo bajo en azufre como el North Sea Brent o el Texas WTI. Así, Chris Midley señala que el Brent podría subir a 70 dólares en los términos conocidos, en comparación con los menos de 60 dólares actuales. Al final, la regulación de la OMI tendrá un impacto en todos los consumidores que compren gasolina o gasóleo.

Según Alan Gelder, experto de Wood Mackenzie, el público en general se verá afectado por la regulación de la OMI principalmente de dos maneras: con el coste del transporte aéreo y los precios de venta del gasóleo de carretera. Sin embargo, dado que muchas compañías aéreas cubren sus costes de queroseno con muchos meses de antelación, estima que el mayor impacto será en el gasóleo de carretera.

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