Las tensiones en la OPEP llevan el petróleo a máximos de tres años

07/07/2021 EL PAÍS

El petróleo ha escalado este martes a su nivel más alto de los últimos tres años en medio de una disputa entre Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos que ha bloqueado los movimientos para aumentar la oferta de la OPEP+ [como se le conoce en la jerga del sector a la OPEP ampliada, que incluye a Rusia y a otros países de Eurasia]. El barril de brent, de referencia en Europa, ha superado los 77 dólares, máximos desde 2018, mientras que el West Texas estadounidense roza esa cota y está en precios que no se veían desde noviembre de 2014.

Después de varios días de tensas negociaciones, el fracaso de la Organización de Países Exportadores de Petróleo y sus aliados deja al mercado sin los suministros adicionales con que contaba para el mes próximo. Y pone en riesgo la estabilidad de la recuperación económica global en un momento de presión inflacionista. Si no se corrige a tiempo, su efecto sobre los precios de la energía amenaza con golpear a los consumidores, y puede hacer descarrilar la narrativa de la Reserva Federal y el Banco Central Europeo de que el actual pico de inflación (5% en EE UU, 1,9% en la zona euro) es transitorio, lo cual aceleraría la retirada de estímulos.

Además, las fricciones, desatadas por la exigencia de Emiratos Árabes de ampliar su cuota de producción, cuestionan la capacidad de la alianza para controlar el funcionamiento del mercado petrolero. Los próximos días serán determinantes para saber si el enfrentamiento deriva en un conflicto tan destructivo como la guerra de precios del año pasado, o por el contrario las aguas vuelven a su cauce. Para Norbert Rücker, analista del banco suizo Julius Baer, la cohesión de los exportadores de crudo es frágil, pero cree que se trata de una crisis puntual gestada en los despachos, y por tanto reversible. “Los precios del petróleo podrían aumentar a corto plazo, pero deberían recular a largo plazo. La oferta es escasa por razones políticas, no estructurales”. A favor de esa teoría puede jugar también una eventual vuelta a los mercados del petróleo iraní, aún pendiente de un posible levantamiento de las sanciones impuestas en su contra por Estados Unidos, algo que los analistas de ING ven posible que suceda a finales de este año.

Tanto las grandes petroleras internacionales como los petroestados de Oriente Medio estarán muy atentos a la publicación de los precios y volúmenes de negociación de Riad y Abu Dabi del mes de agosto. El temor a que la pugna se descontrole incluso ha llevado a Estados Unidos a intervenir para pedir un acuerdo. También se han pronunciado otros países muy dependientes de la venta de crudo. “No queremos una guerra de precios”, ha señalado el ministro de Petroleo iraquí, Ihsan Abdul Jabbar. “Y no queremos que los precios aumenten por encima de los niveles actuales”, añadió.

La fractura pública entre Arabia Saudí y los Emiratos Árabes, tradicionalmente aliados, ha hecho que el petróleo siga siendo un bien codiciado en el mercado cuando muchos anticipaban su decadencia. El ciclo alcista llega en pleno cambio global hacia combustibles no contaminantes, con EE UU y la UE emprendiendo grandes inversiones en energías limpias, e incluso las grandes petroleras reorientando, de forma voluntaria u obligada, parte de sus fondos hacia proyectos de renovables y las compañías de grandes buques que lo transportan aplazando las renovaciones de flotas ante la incertidumbre sobre la capacidad necesaria y los requisitos medioambientales de sus flotas.

Las tensiones geopolíticas están detrás del último achuchón de su precio, ya propulsado en los últimos meses por la reapertura económica propiciada por el avance de la campaña de vacunación. La última vez que Arabia Saudí y Emiratos Árabes se enfrentaron por la política petrolera, en diciembre de 2020, este último incluso coqueteó con la idea de dejar el club. La disputa fue seguida de una tregua, pero en este caso la ruptura ha sido tan abrupta que el grupo ni siquiera ha fijado una fecha para su próxima reunión. El colapso de las conversaciones echa por tierra el esperado aumento de la producción de agosto, y deja al mercado sin barriles justo cuando la economía global entra en la fase clave de la recuperación de la pandemia, especialmente en la UE, donde los Veintisiete esperan el aluvión de fondos comunitarios.

Con precios por encima de los 75 dólares, el petróleo se convierte cada vez más en una carga, no solo en los mercados emergentes consumidores de petróleo como India, sino también para los países occidentales. Para Giovanni Staunovo, analista de materias primas de UBS, el barril de crudo puede continuar su escalada próximamente. “Con una producción ya deficitaria y un aumento de la oferta rezagada frente a la demanda, es probable que las limitaciones a la producción hagan subir los precios”, apunta. A medio plazo, sin embargo, opina que caben otras posibilidades, como que la división tenga el efecto opuesto, al propiciar una feroz competencia entre los productores por ganar mercado que les lleve a bombear más, aunque Staunovo cree que se trata de un escenario improbable.

Mientras tanto, los principales importadores están muy pendientes del fracaso del acuerdo. La Administración del presidente estadounidense, Joe Biden, ha instado al grupo a actuar conjuntamente. Y un portavoz de la Casa Blanca ha asegurado que están “siguiendo de cerca las negociaciones y su impacto en la recuperación económica munidal”, y están manteniendo contactos para hallar una solución que permita aumentar la producción.

La OPEP ampliada ya ha recuperado parte de la producción de crudo que detuvo el año pasado en las etapas iniciales de la pandemia. La coalición de 23 naciones decidió inyectar alrededor de dos millones de barriles más por día al mercado entre mayo y julio, y la pregunta ante la reunión del lunes era si esa tendencia continuaría en los próximos meses.

Los propios datos del cartel muestran que los inventarios de petróleo, que llegaron a estar en niveles récord hace no tanto, han vuelto a niveles promedio a medida que continúa la recuperación en el consumo de combustible. Según dijo la semana pasada el secretario general de la OPEP, Mohammad Barkindo, la demanda en el segundo semestre crecerá en cinco millones de barriles al día respecto a los primeros seis meses del año. El principal impulsor de la apertura de los grifos es Rusia, con sus empresas deseosas de aumentar la producción y los precios de la gasolina repuntando, un hecho delicado a solo unos meses de las elecciones parlamentarias de septiembre. Los intentos infructuosos de Moscú por lograr el aumento de producción han sido un revés para el viceprimer ministro, Alexander Novak, uno de los arquitectos de la alianza OPEP+. Novak eludió hacer comentarios tras la suspensión de la reunión del lunes, pero todo apunta a que trabajará entre bastidores para encontrar una solución.

El ministro de Petróleo de Irak dijo que espera que se concrete una nueva fecha en los próximos 10 días para otra reunión de la OPEP+, un encuentro donde se deberían poder limar asperezas y llegar a un acuerdo que satisfaga a todos. Mientras tanto, espera que los miembros sigan respetando sus cuotas de producción actuales y que el impacto en los precios sea temporal.

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